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El Imperio Bizantino o Imperio Romano de Oriente era un extenso territorio a lo largo del Mediterráneo. Durante muchos años, el imperio fue atacado frecuentemente por normandos, árabes, búlgaros y, más tarde, por los turcos otomanos. Estos últimos atacaron el imperio en numerosas ocasiones y triunfaron en 1453, cuando invadieron Constantinopla, la actual Estambul.

La caída de Constantinopla conmocionó a Europa y cambió la situación geopolítica, ya que los turcos interrumpieron el comercio en el Mediterráneo. Muchos reyes cristianos temían que los otomanos siguieran invadiendo pueblos y ciudades. Pero no fue hasta el siglo XVI cuando el Papa Pío V ayudó a organizar la «Liga Santa». Este grupo de ejércitos tenía como objetivo detener al Imperio Otomano y proteger las ciudades y pueblos del Mediterráneo oriental.

La Liga Santa, que incluía a las principales potencias católicas del sur de Europa, el Imperio español y las repúblicas de la península italiana, triunfó el 25 de mayo de 1571. Los turcos otomanos perdieron la batalla en lo que se conoce hoy en día como la “Batalla de Lepanto” (hoy en Grecia).

Lepanto está considerada la mayor batalla naval de los tiempos modernos, ya que en ella participaron más de 400 barcos. Ganar la batalla significó que los otomanos dejaran de invadir pueblos y ciudades que formaban parte del Imperio Bizantino.

Como dato curioso, el gran escritor español Miguel de Cervantes participó en la batalla y describió Lepanto como «la más memorable y noble ocasión que han visto los siglos, y que esperan ver los venideros» (Novelas ejemplares, Prólogo).